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03 de junio de 2020

#VocesQueCuentan

“SOLAMENTE NOS QUEDA SUPLICAR”: ASÍ SE VIVE LA PANDEMIA DESDE PRISIÓN

I. El virus penitenciario

Las afectaciones que se han generado dentro del sistema penitenciario mexicano, derivado del COVID-19, superan las ubicaciones geográficas de los propios centros del país. A dos meses de la instauración de la jornada Susana Distancia, en ASILEGAL comenzamos a llevar a cabo el Mapa Penitenciario Covid-19 y, a la par, nos dimos la tarea de lanzar esta investigación, principalmente enfocada en familiares de personas privadas de libertad, así como propias aún en reclusión o recientemente liberadas, sobre el desarrollo, atención y subsecuentes resultados de las omisiones o acciones de las autoridades frente a la crisis de salud.

El Mapa, conforme hicimos una revisión diaria por estado a través de fuentes oficiales y medios de comunicación, rápidamente empezó a mostrar una desincronía importante con respecto al desarrollo del virus y la información disponible. Esto, con el paso de los días, fue transformándose violentamente en protestas, disputas, confusión y desesperación tanto dentro como fuera de los centros. La pandemia desde prisión, imprevisiblemente, generó una serie de virus que tal vez no agudizan la salud, pero sin duda generan sufrimiento, ignorancia, violencia e impotencia.

El sufrimiento que se genera y perpetúa dentro de los centros penitenciarios, federales o estatales, nunca se mantiene dentro de las vallas de seguridad que cercan a las personas privadas de libertad. Sino que, similarmente como el COVID-19, se replica, rehace y encuentra nuevos inquilinos en las personas más cercanas al infectado. Es decir, la pandemia se ha sufrido desde múltiples aristas que han afectado fatalmente tanto a las privadas de libertad, así como a sus familiares, seres queridos y comunidades cercanas. Es una crisis de salud monstruosa convertida en una crisis humanitaria que no tiene parámetro de medición más que los estragos que genera.

II. Antes de la pandemia

De esta manera, dimensionar el problema que se tenía de antemano, la crisis que ya se vivía fuera del contexto de la pandemia, es necesario ilustrarlo con datos concretos que hemos compartido anteriormente: “Antes del COVID-19 ya habían 76,7451 personas en prisión preventiva —sin sentencia—, algunos con más de 10 años en dicha situación; antes del COVID-19, 1102 centros a lo largo y ancho del país presentaban sobrepoblación, en ocasiones albergando a 11 personas en espacios para 5; antes del COVID-19, 27 de los 323 estados tenían deficiencias importantes para atender la salud de la población, llevando a casos fatales de enfermedades solucionables en lo ordinario de la cotidianidad. Y la caravana del abuso que sucede dentro del sistema penitenciario sigue y sigue, con cifras que señalan autogobierno, o que en el 75%4 de las entidades federativas se presentan deficiencias en garantizar una buena alimentación a las personas privadas de libertad”.

Antes que sucediera la crisis de salubridad, el sistema penitenciario ya era una bomba de tiempo que estaba en explosión continua, cada día, semana y año. Hasta que sucedió lo imprevisible, y se desarrolló el virus que expondría con tenacidad el olvido, rezago y violencia que sufren las personas privadas de libertad y sus familiares o seres queridos. El desarrollo de una crisis conflagrada con la otra, se ha vuelto incontenible y costará aún más que las casi 400 personas del sistema penitenciario que se han contagiado de COVID-19.

III. Testimonios

Los testimonios a continuación, con cambios de nombres por cuestiones de seguridad y confidencialidad, fueron recopilados por ASILEGAL durante el transcurso del último mes, después de la declaración de cancelación de visitas dentro de los centros penitenciarios y el subsecuente blindaje de información o nula transparencia de las autoridades. No obstante, estos se reproducen íntegramente con cambios mínimos para comprensión de lectura y contexto conversacional.

Juntos, los testimonios configuran una protesta de acceso mínimo a derechos humanos que, por ley, las personas privadas de libertad deberían acceder. Sin embargo, individualmente, son gritos desesperados de madres, furia de quien recientemente logró salir de la reclusión, terror ante la desinformación y, más que nada, un testamento de cómo las autoridades perpetraron los abusos y atacaron familiares vulnerables a través de las personas privadas de libertad.

Clara, familiar en Oaxaca

Me comuniqué con mi hijo el día de ayer. Verás, él tiene una condición inmunológica precaria que ha evolucionado gravemente en conjunto con otras afectaciones, haciéndole comenzar a perder una función básica del cuerpo: la vista. Él mismo me notificó que ya hay personal de custodia infectado, y varias (PPL)5 parecen también tener síntomas. Comparte la celda con alrededor de 11 personas, cuando tiene una capacidad de 5, imagínate.

Pidió cita con el doctor desde hace dos meses, no le dan medicamento y se siente muy mal. La situación sigue exactamente igual que antes en cuanto a salubridad, además. Yo le dije que se lavara las manos mucho y que se pusiera una playera de tapabocas para que se pudiera proteger de alguna manera porque si se infecta no la va a contar y no, no es justo.

He buscado por teléfono, correo e internet para encontrar más información del centro, pero de ningún lado nadie me ha contestado hasta ahora. Quiero pedirles de la mejor manera que se pongan en nuestro lugar, de los que tenemos familiares en esos lugares y no podemos hacer nada por ellos. Solamente nos queda suplicar que nos apoyen con algo, lo que sea. Sobre todo que les lleven cubrebocas y apliquen medidas de libertad. De perdida, que por caridad lo traigan de regreso a nuestro estado porque se lo llevaron sin siquiera notificarme y ahí sigue, lejos.

– Oaxaca, a la fecha, continúa siendo uno de los estados con menor transparencia. A su vez, como pudimos constatar en el curso de las entrevistas, es un estado donde las peores prácticas o ausencia de, atenciones médicas, alimenticias y sanitarias se presentaron con claridad durante la pandemia.

Delfina, Marisela y Ximena, familiares de origen mixteco en Guerrero

D.- No nos están diciendo nada. Solo repiten que está bien, pero en realidad no hemos podido hablar con él [familiar PPL] y las autoridades no ayudan. Entonces me dijeron que se lo llevaron a Acapulco porque según está enfermo, pero sin avisar, nada más así. Que está bien, dicen.

M.- No se nada de él en el último mes. Por favor, queremos saber que están bien porque no nos dicen ninguna cosa.

X.- Nosotros queremos que nos den información de allí adentro que no sabemos como se encuentra él dentro de la cárcel. No sabemos si estará enfermo mi hermano, bien de la salud o cualquier cosa. Le queremos pedir al director de la cárcel que nos diga algo porque no sabemos qué pasa.

– Guerrero, dos meses después del inicio de la pandemia en el país, no ha contabilizado oficialmente un solo contagio o muerte dentro de sus centros. Lejos de ser un factor alentador, esto solamente señala la nula transparencia con la que ha operado su sistema penitenciario, además de noticias de casos sospechosos que contribuyen a la angustia de las familiares que proporcionaron el testimonio.

Ramona, persona privada de libertad, Baja California

Cuando empezó vino el director y la coordinadora del área médica. Nos pusieron en cuarentena inmediatamente y todos entran con cubrebocas, así como las celdas y las rejas están limpiándose más seguido, casi 4 veces al día y los teléfonos luego, luego después de usarlo también se limpian. Por ahora no hemos escuchado de nada, estamos aisladas pero no hay noticia de ningún contagio, y hablamos un poco más con nuestras familias por teléfono.

Estamos bien, en general, tenemos espacio de oración, clases de guitarra y hora deportiva los viernes. No estamos totalmente encerradas, al menos. La comandante y el director son bastante humanitarios y creo que debemos reconocer eso. Lo que sí, es que no nos han dado ni cubrebocas ni guantes, comparto celda con otras 3 personas y ellas me ayudan pues actualmente tengo una discapacidad física, pero sólo es eso. Vi que las que estaban llegando sí las ponían en una sección especial separadas de las demás, al menos por 14 días, y luego ya se incorporan con el resto.

– El testimonio de Ramona es el único donde se pudieron constatar buenas prácticas. Sin embargo, Ramona se encuentra recluida en el centro más pequeño del estado, y su realidad, como muestra el mapa penitenciario con otros centros, no es replicable para las demás personas privadas de libertad ni sus familiares.

Blanca, Lorena y Ernestina, familiares en el norte del país

B.- Quiero pedir ayuda. Lo que pasa es que los que tenemos hijos en el CERESO ya llevan una semana con calentura. No los revisan, según, porque dicen que es una simple calentura, entonces se puede imaginar cómo lo estamos pasando ahorita. Estamos desesperadas, 12 madres o más y yo, son más de dos semanas sin saber nada.

Hablé con mi hijo y otros dos muchachos ahí dentro. Siempre me he comunicado con ellos. Me dijeron que había una celda donde todos estaban contagiados, pero después movieron a todos de ahí y los esparcieron en otras celdas. Así se empezaron a sentir mal todos. “Estamos desesperados todos, por favor busca algo, mamá”, me dijo.

L.- Hace una semana entregamos jabón y cloro ahí en el CERESO. Resultó luego que nunca se los dieron y que se los venden en la tienda. Mi hijo, ya me dijo que ya no le lleve cosas porque se las quedan. Él me cuenta que tiene calentura y me cuenta que no le dan nada de medicamento y de comida muy poco también. Hay veces que los dejan sin comer, hasta una semana me han dicho, con pura agua.

El martes que fui ahí [a reclamar la falta de información] nos dijeron que todo estaba bien, que no pasa nada. Mi hijo comparte celda con 22 y ya lleva una semana con calentura, hablo con él cada semana. No hay doctor ahí dentro, nunca lo han revisado ni dado cualquier tipo de atención. Mi hijo lleva dos años en la cárcel y no tiene sentencia tampoco, está en prisión preventiva. Están llegando muchos presos, pero doctores no. No tienen mascarilla, guantes ni nada.

Todos están enfermos ahí, de verdad.

E.- Hay muchos enfermos aquí en el CERESO mi hijo me dijo que tiene calentura de 38 grados y tos. No hubo tratamiento, solamente los llevan a la enfermería, les ponen una inyección y de regreso.

Además, tengo miedo. Llamé al 911 y me cuestionaron sobre el delito de mi hijo, y les dije que eso no importa, sé que están cumpliendo una sentencia pero aún así tienen derechos ¿qué es eso?. Quería más información para ayudar a mi hijo, darle medicamento y así, pero no nos dejan porque tiene que ser con una receta de ahí dentro. Entonces mi hijo me dice que hay mucho enfermo. Y estos del 911 solo me preguntaban su delito, que cuánto tiempo llevaba y cosas así. Además, mi hijo lleva dos años sin sentencia.

– Para el momento en el que se llevaron estas entrevistas la subsecretaría del estado anunció que no había ninguna cuestión alarmante con respecto a la salud de los internos. Dicho estado, por su parte, a los pocos días comenzó a mostrar cifras de una mortalidad del 100% de defunciones por contagios. Queriendo decir, que el subregistro era tal que solamente a través de la muerte se sabría si la persona contrajo el virus o no.

Pedro, familiar en Estado de México

Mi hija mayor está en un centro penitenciario femenino en el Estado de México. Empezaron restringiendo las visitas, hace dos meses, con los horarios y ya después las cancelaron por completo. Ella no ha podido acceder a su hija recién nacida desde que comenzó esto.

Apenas hace quince días nos hablaron por teléfono para decirnos urgentemente que la dirección general de CERESOS del Estado de México decidió darnos un plazo corto para extraer al bebé. En este caso hay una compañera de mi hija que también tiene un bebé de 5 meses, y a sus papás le dijeron lo mismo: 3 días para sacar al niño.

Después mi hija ya me contó. Resulta que en el piso donde estaban ellas, el tercero, se encontraban aisladas de las demás personas. Pero las tuvieron que mover, y aislaron completamente esa sección para poder dar lugar a personas sospechosas de COVID. Llevaron ahí a 80 personas. Ellas tuvieron que irse a otra sección donde ya estaban con el resto de la población así que perderían a sus hijos. 

– La decisión del gobierno del Estado de México de separar a una madre de su recién nacido, el cuál aún está muy pequeño para alejarse de la madre, no es desacertada dado el contexto de la pandemia. Sin embargo, teniendo en cuenta el delito que se le imputa a esta persona, perfectamente hubiese sido candidata a un beneficio que le permitiera compurgar su sentencia sin separarla del bebé, así como es importante notar que los espacios para maternidad deberían ser garantizados por el Estado, acorde a la LNEP.

Alberto, persona privada de libertad, Baja California

En el tema de limpieza dentro y fuera de la celda, pues ¿qué le puedo decir?, es un poco pésima. No tienen jabón, no tienen mascarillas ni tapabocas para todos, tampoco desinfectante y en la tienda solo venden jabón de polvo y pinosol pero eso lo tenemos que comprar nosotros. El que tiene dinero pues compra eso y medio le hace, pero solo los que pueden, los demás ni modo. Aquí, además, no existe el cloro. No proporcionan nada para asearnos o para tener buena limpieza. Igual no están aceptando que nos traigan nada de afuera, lo único es papel sanitario, pero ya cancelaron eso también y hay a la venta.

En un caso se revisó a la persona que parecía sospechosa pero no hicieron mucho, lo revisaron y lo mandaron de regreso a la celda. Después a un par de semanas a otro compañero lo llevaron a enfermería y lo regresaron a los dos días. No se han hecho pruebas del virus que yo sepa.

– Alberto agregó, además, que la cancelación de visitas no cambió el hecho de que los precios por las llamadas telefónicas fuera el mismo. Notando de tal manera un lucro ante el derecho y vital componente para la reinserción social que es el contacto con el exterior.

Luis, persona que recientemente consiguió su liberación, Oaxaca

La calidad del agua es nula, los mismos trabajadores dicen que con esa agua ni se bañan. Es, tal cual, agua reciclada que realmente es de trata, aunque digan que tienen miles de certificaciones, la realidad es que causa muchísimos estragos sobre la piel de los compañeros privados de libertad, en los pliegues de la pies como dedos, rodillas, pies y en los ojos. Conseguir un doctor, además, es prácticamente imposible.

De los centros federales tengo contacto con dos personas y me comentan que si bien la llamada con parientes es cada 8 días, las visitas personales se cancelaron desde el 20 marzo. Se suspendió todo. Incluso mi defensora, y todos los notificadores así como demás defensores no han tenido acceso al centro en lo absoluto. Con esto viene el problema: los custodios entran y salen del centro sin ningún tipo de medida sanitaria, como “Pedro por su casa”, y nos les importa.

Lo que se dice es que los que están enfermos los aíslan en celdas de castigo, y les dan comida en envases de unicel. El resto de los internos comen dentro de las mismas celdas y queman la basura. La costumbre en los centros de aquí en Oaxaca, usualmente, era meter comida durante las visitas, así como despensa para las personas privadas de libertad porque dan una miseria de pésima calidad. Con la llegada de la pandemia perdieron el acceso a toda su comida, despensas, así como los materiales que necesitan para trabajar cosiendo balones o cosas por el estilo.

Visitas del médico: nada; acceso a medicinas: nada; distanciamiento: nada. El distanciamiento no es ni siquiera es posible, pasábamos 22 horas diarias en la celda.

– En Oaxaca a la fecha solamente se han presentado 7 contagios y ninguna defunción, así como un incidente de violencia en el Centro Penitenciario Varonil de Tanivet, lugar donde se registraron los contagios.

Aurora, familiar de una persona privada de libertad, sur de México

Mi familiar tiene antecedentes médicos degenerativos que necesitan atención constante y con los años se ha mermado muchísimo su salud, por la deficiencia alimenticia y de acceso a medicamentos o doctores. Esto tiene años que está sucediendo y deteriorando. Ante esta situación, una vez cuando iba a recibir atención de derechos humanos, por tanto lo de diabetes como dolor de muelas, le golpearon en las piernas para que no fuera a decirle nada a los visitadores.

Actualmente está circulando la información de una custodia con síntomas importantes que entró y salió del centro como si nada, después escuchamos que fue internada en el ISSSTE con un cuadro de gripe y dolores de estómago, síntomas de COVID-19. Hace 8 días, un compañero de mi familiar pudo comunicarse con su madre, porque yo no pude hablar con mi familiar, y le dijo con certeza que hay casos de coronavirus dentro del centro. La única ventaja que tiene este centro es que está separada por bloques, pero los custodios conviven por igual.

Las veces que sí logré hablar con él, me dijo que los cambiaron de módulo por alguna razón, pero no tengo mucho conocimiento de cualquier tipo de acción de las autoridades para mejorar las cuestiones sanitarias. Tengo entendido que no tienen cubrebocas, ni les permiten tener mascarillas. Es más, si ni para tener una crema o un jabón, ¡un jabón! ni siquiera pueden tener eso…

Cuando mi familiar se enteró de lo que realmente pasaba con el coronavirus me mandó una carta cediéndome los derechos del panteón para que si falleciera yo lo pudiera enterrar. La situación es muy grave, estaba tranquila en un principio pensando que no tenían contacto con el exterior, pero al saber estas cosas, no sé qué decir. Si se enteran que yo ventilé alguna información, lo matan. Quiero salvaguardar sus vidas. La prioridad es la vida de todas estas personas. 

 – Aurora pidió extremar precauciones de específicos ya que teme mucho por las represalias que se podrían tomar en contra de su familiar.

IV. La estela que deja el virus

La mezcla de los antecedentes, la información recopilada a través de medios y fuentes oficiales y los sucesos que se siguen desarrollando dentro de los centros penitenciarios, culminan con estos testimonios. Ante la precariedad y vulnerabilidad extraordinaria, no se ha logrado configurar la acción que el contexto demanda y, como consecuencia, estas voces se multiplican en los 32 estados; dentro y fuera de los cientos de centros que hay en el país.

El Estado se debe como garante de derechos y la población civil debe como esfuerzo colectivo tener el valor de superar la visión punitiva imperante, e instaurar una propia de derechos humanos. Detener el abuso no llega desde leyes extraordinarias que se han redactado y rectificado en el país como la Ley Nacional de Ejecución Penal o la Constitución, sino en asumir, respetar y demandar que se viva según lo que los lineamientos de derechos fundamentales que estas contemplan.

La falta de transparencia y una poca noción de respeto a la dignidad humana, son elementos indispensables para que se desarrolle una crisis humanitaria como la actual. Poder dilucidar un camino fuera de ella, por lo tanto, tendrá que ser de la mano de información, corresponsabilidad y atención a familiares, personal penitenciario y personas privadas de libertad de manera similar. Desde ASILEGAL nos solidarizamos con toda persona que ha sido víctima de la vulneración de sus derechos y reafirmamos nuestro compromiso de luchar por ellos.

 

Por Sergio Pérez Gavilán, periodista de investigación de ASILEGAL.

1- De acuerdo al Órgano de Prevención y Readaptación Social (OPRS), a febrero de 2020 la población privada de libertad ascendía a 203,393 personas, de las cuales 10,696 pertenecían a la población femenil y 192,697 a la población varonil, de ese total 76,475 personas se encontraban en prisión preventiva.
2-  Órgano de Prevención y Readaptación Social (OPRS), febrero 2020.
3- Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2019 (DNSP)
4- op. Cit. (DNSP 2019)
5-
Personas privada de libertad.

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