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22 de julio de 2020

La garantía y respeto de nuestros derechos no llegará a través de campañas publicitarias.

Los Derechos humanos de las poblaciones LGBTIQPA+1

Entre los eventos fundantes para el reconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBTIQPA+, se recuerdan dos de muchísima importancia: la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena, Austria, en 1993, en la que por primera vez en una reunión del Sistema de las Naciones Unidas se introdujo el tema de los derechos sexuales. Y la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer en Beijing, China, en 1995, cuando también por primera vez se abordó el tema de la discriminación por orientación sexual en un foro de las Naciones Unidas.

Años después, en 2008, la Asamblea General de la OEA adoptó, por primera vez en su historia, una resolución dedicada a los derechos humanos y su vinculación con la orientación sexual e identidad de género: “Derechos humanos, orientación sexual e identidad de género”. Mediante esta resolución sus Estados miembros manifestaron su preocupación por los actos de violencia y violaciones de derechos humanos, cometidos contra personas y poblaciones a causa de su orientación e identidad de género.

La ONU ha dado también pasos importantes, entre ellos, la primera resolución dedicada exclusivamente a las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales, aprobada el 17 de junio de 2011 por el Consejo de Derechos Humanos. La resolución reconoce oficialmente los derechos de las personas LGBTI como derechos humanos y censura la discriminación, la violencia y la vulneración de sus derechos.

Vale destacar, asimismo, que el 24 de noviembre de 2017 la Corte Interamericana de Derechos Humanos, emitió una opinión consultiva en la que estableció que ni la orientación sexual, ni la identidad o expresión de género, reales o percibidas, deben ser motivo para restringir derechos ni para perpetuar o reproducir la discriminación estructural e histórica que estas personas y poblaciones han recibido.

Estos avances, producto primordialmente de las acciones y las luchas de las personas y organizaciones LGBTIQPA+ se han reflejado de diferente manera y grado en las legislaciones nacionales, incluida la mexicana.

Riesgos y desafíos

A pesar del cada vez mayor reconocimiento jurídico, político y cultural de nuestros derechos, y quizás también por ello mismo, las personas y las poblaciones LGBTIQPA+ enfrentamos las presiones, por un lado, de la creciente mercantilización, institucionalización y la consecuente refuncionalización de nuestra existencia y derechos y, por el otro, la amenaza nunca cancelada de la represión, la exclusión y la discriminación abiertas en distintas partes del mundo.

En el primer caso se ubica el surgimiento y crecimiento del “mercado rosa”. Semanas antes y durante el mes de junio, gobiernos, instituciones y empresas utilizan la bandera arcoíris para mostrar su solidaridad con la causa, pero cuando acaba la temporada también lo hace su compromiso. ¿Dónde están las medidas para garantizar la inserción laboral de las personas homosexuales y lesbianas visibles o de aquéllas trans? ¿Y las políticas públicas para proteger los derechos de estas poblaciones? De nada sirve pintar las calles e iluminar los monumentos de colores si después las leyes para su reconocimiento y protección siguen congeladas, sin que se haga nada.

Lo que sucede es que se toma a las personas y poblaciones LGBTIQPA+ como un nicho de mercado, para la venta de productos y servicios privados, pretendiendo hacer pasar las acciones publicitarias de las empresas como un supuesto compromiso social. El “capitalismo rosa” está intentando absorber el movimiento social por las libertades y los derechos LGBTIQPA+, reconociendo solamente aquello que encaja en el sistema. Para muchas personas de la diversidad sexual, de género y de características corporales sexuales, particularmente jóvenes, la única manera de asumir su identidad y percibirse como parte de estas comunidades o poblaciones es mediante el consumo, participando en algunas de las expresiones de este mercado rosa.

Para dimensionar la importancia económica de este capitalismo rosa, mencionemos que en México, en 2017, este mercado generó 65 mil millones de dólares en consumo. En Estados Unidos, en el mismo año, el poder adquisitivo de la comunidad LGBTIQPA+ se estimaba en 917 mil millones de dólares y para 2018, se calculaba pasaría a 1 billón de dólares. En términos absolutos, la capacidad de compra de las poblaciones de la “diversidad” en 2018 fue de 3.6 trillones de dólares. Esto es una cifra mucho mayor al PIB de la mayoría de las economías del mundo, de hecho, si la comunidad LGBTIQPA+ fuera un país, sería la quinta economía del planeta.

En el mismo sentido de asimilación y “normalización” de las demandas y movilizaciones de las personas, organizaciones y poblaciones LGBTIQPA+ está la creación de un “electorado rosa” y de una base social a ser disputada y manejada por gobiernos, partidos políticos, agencias internacionales de financiamiento de corte “progresista” o liberal, que promueven y protegen nuestros derechos como parte de su agenda y de sus cálculos electorales.

Por lo que hace a los prejuicios y estigmas sexuales abiertos y punitivos, baste señalar las persecuciones homofóbicas en Chechenia (República del Cáucaso, integrante de la Federación Rusa), en abril de 2017 y las acciones represivas del gobierno de Vladimir Putin en ese país; los hechos de violencia en Charlottesville, Virginia, en los Estados Unidos, en agosto de ese mismo año, en el marco de una manifestación en favor del supremacismo blanco y el odio racial, cobijados por las prédicas y acciones del gobierno de Trump; la represión por agentes del Estado al terminar la Marcha del Orgullo en la Habana, Cuba, en mayo de 2019; la represión durante la manifestación LGBTIQPA+ en Estambul, Turquía, en junio del año pasado, por mencionar hechos de violencia estatal y de las derechas que se conocieron internacionalmente.

Las disidencias sexogenéricas

Como resultado de la creciente mercantilización, institucionalización y su consecuente refuncionalización al sistema dominante de las poblaciones de la diversidad sexual, de género y de características corporales sexuales y sus organizaciones, han surgido y se han fortalecido en sentido opuesto y en contra de la asimilación de nuestras luchas, las disidencias sexogenéricas. Estas han tomado forma de expresiones, concepciones y manifestaciones que ponen en cuestionamiento y confrontan la hegemonía del heteropatriarcado binarista, el cual entienden atravesado y sostenido por el neoliberalismo capitalista, el racismo, la xenofobia, el adultocentrismo, el capacitismo, el especismo, por lo que igualmente disienten y se separan de la diversidad sexogenérica, a la que denuncian como un instrumento más del engranaje del sistema, al dejarse refuncionalizar e institucionalizar.

El Orgullo Crítico

De ahí que, desde los primeros años de este siglo, se vienen generando acciones y movilizaciones al margen y en contra de la mercantilización, institucionalización y refuncionalización de las Marchas del Orgullo en diferentes partes del mundo. Sus antecedentes se encuentran en 2006, cuando se creó en el Estado Español el Bloque Alternativo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales que participó en la manifestación oficial, levantando el lema “Orgullo es Protesta”. El Orgullo Crítico, autodenominado así desde 2010, se ha manifestado en marchas primero en Madrid y después en Barcelona, Valencia, Sevilla y Murcia en España, particularmente en 2017 como alternativa al World Pride, celebrado en la capital de ese país. También se ha organizado en Nueva York y California, en los Estados Unidos, específicamente ante el ascenso al poder de la alt-right (alternative right) encabezada por Donald Trump. En Londres, Inglaterra, lo ha hecho de cara a la derechización que acompañó el Brexit. En nuestro país, se ha manifestado en la Ciudad de México, mediante Contramarchas en 2016 y 2017 y marchas alternativas en el último año y en 2018, y ya con el nombre de Orgullo Crítico, en noviembre de 2019 y con acciones virtuales y un posicionamiento político en el marco de la pandemia por Covid-19 en 2020, entre otras ciudades en las que se ha hecho más visible.

El Orgullo Crítico en donde se ha hecho presente, se ha manifestado en contra de la mercantilización y la despolitización de la Marcha del Orgullo, a la que denomina “oficial”. Critica que la llamada “Marcha del Orgullo” se ha convertido en un evento meramente festivo y comercial, utilizada económica, política y mediáticamente para fines ajenos a las personas y poblaciones LGBTIQPA+.

Este movimiento de las disidencias se propone recuperar el sentido histórico de protesta de la revuelta del Stonewall Inn, del 28 de junio de 1969, incorporando como centrales las demandas transmaribolleras, queer o no binaries, feministas y anticapitalistas que siguen siendo vigentes y buscando constituirse en espacio para la expresión y encuentro de las disidencias LGBTIQPA+.

El Orgullo Crítico se manifiesta enérgicamente en contra del mandato heteropatriarcal, capitalista, racista, edadista, capacitista y especista, así como contra el sujeto hegemónico gay, blanco, de clase media y de corporalidad normada. Se opone, por tanto, al capitalismo rosa, el pinkwashing, la homonormatividad u homonacionalismo y la gentrificación.

Rechaza y denuncia el homonacionalismo y el pinkwashing como los mecanismos que instrumentalizan los discursos LGBTIQPA+ y feministas por parte de la islamofobia y la xenofobia para justificar la criminalización de la población musulmana y de otros grupos étnicos, particularmente migrantes, señalando que el machismo y la translesbohomofobia también están presentes dentro de las fronteras de los países occidentales, incluidos aquellos que se consideran como modelos civilizatorios. En este sentido, se pronuncia en favor de la articulación de las luchas y las movilizaciones LGBTIQPA+ con otras protestas y demandas de grupos y poblaciones oprimidas, estigmatizadas, discriminadas, marginadas y violentadas por sus condiciones, características y circunstancias particulares, en una perspectiva interseccional en contra de las opresiones múltiples y simultáneas.

Rechaza la intervención en la Marcha y sus acciones de los gobiernos, los partidos políticos, las organizaciones sindicales, las empresas, e identifica como uno de sus principales adversarios a la derecha y la ultraderecha políticas, religiosas, empresariales y en los medios de comunicación privada.

Como alternativas de lucha plantea abrir diálogos desde las comunidades, descentralizar las marchas para que se realicen en espacios locales en los que se haya tejido comunidad, poner en funcionamiento herramientas de acción participativa para las poblaciones movilizadas y generar apps para activistas. Busca tejer vínculos y enraizarse más allá del mes de junio y de la Marcha del Orgullo para contribuir a impulsar movilizaciones interseccionales y de coyuntura que vayan generado un nuevo imaginario social alternativo.

[1] Lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex, queer, pansexuales, asexuales y las experiencias, orientaciones e identidades que se sumen en búsqueda de su visibilizacion y reconocimiento de libertades y derechos.

Fotografía de la sesión con Rogelio Pereda, de su proyecto «Excesos Divinos, más allá del Género», diciembre de 2010.

Angie Rueda Castillo, Licenciada y Maestra en Sociología, con estudios de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Promotora de derechos humanos y no discriminación de la población de la diversidad sexogenérica. Mujer transexual, lesbiana y feminista. Actualmente colabora en la Jefatura de Servicios de Derechos Humanos y Participación Social del ISSSTE. Ha sido académica en universidades de la Ciudad de México y de otros estados, escritora del testimonio “’Hola, Yo soy Angie’. Testimonio de una Mujer Transexual”, @rroba Ediciones, y articulista en publicaciones de Derechos Humanos.
Partició en la organización de la movilización #24ª Vivas nos queremos, durante el 2016 y el 2017; y en el paro internacional #8m Paro metropolitano.

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