El cuerpo de las personas trans es un campo de batalla en el cual la guerra y la recompensa son las mismas: el derecho a elegir libremente quien se quiere ser. En un país donde los crímenes de odio son regla, donde en 2019 solamente se asesinaron a 441 personas de identidad sexodivergente, es decir, tres cada día del año, la guerra está claramente establecida en contra de los cuerpos que no quieren formar parte de una heteronormatividad hegemónica. Y esta guerra no se limita a los crímenes de odio, sino también a una cultura que ha asimilado la diferencia como un peligro. De esta manera, una cultura que responde con privaciones de libertad a historias de vida que deben ser analizadas con perspectiva para asimilar la cascada de abusos y marginalización que tiene una persona trans a lo largo de su vida.
El problema que supone la localización en un centro penitenciario de una persona trans, comienza con el reconocimiento —usualmente negado— a identificarse con la identidad de género deseada; luego, los procedimientos de cambio de sexo, conseguir hormonas o una cirugía transformativa; después, que su identidad no entre en conflicto con el lugar de reclusión, y más. Para ahondar en ello, hablamos con Daniela Vázquez, subdirectora de Almas Cautivas, sobre su trabajo enfocado en derechos trans en privación de libertad.
ASILEGAL: Quiero conocer un poco de las dificultades y vulnerabilidades extraordinarias que tienen las personas LGBTTTI en conflicto con la ley penal o privados de la libertad. Pero antes, ¿Me podrías contar a grandes rasgos de Almas Cautivas el cómo nace y dónde están ahora?
Daniela Vázquez: Almas Cautivas es una asociación civil sin fines de lucro creada el 3 de junio del año 2013. Fue fundada por mujeres transexuales y surge a raíz de una experiencia personal, de la presidenta, Ari Vera Morales, quien estuvo en una situación de reclusión. Cuando ella sale exonerada, después de ver y atestiguar los problemas que se vivían en los centros penitenciarios, es que nace la iniciativa de crear Almas Cautivas.
La organización trabaja en pro de los derechos humanos de las personas LGBT+ privadas de la libertad. Es una asociación que tiene varios programas, desde la parte asistencial, la parte de fortalecimiento en derechos humanos, formación, incidencia y visibilización.
Durante todos estos años les hemos llevado distintas actividades (a las personas LGBT+), pero digamos que lo inicial y por lo cual nació Almas Cautivas, antes de llevar talleres, antes de llevar insumos, queríamos llevar una presencia que dejará a cuenta que las personas LGBT+ no están abandonadas por la sociedad civil organizada. Más allá de los insumos y talleres que hacemos, creemos que una parte fundamental es la escucha y hacer saber que las personas LGBT+ tienen una aliada y que Almas Cautivas y las personas LGBT+ que estamos en ella, somos sus aliadas y que tienen en nosotras unas amigas.
Por su puesto, buscamos también incidir en cambios conductuales para que los niveles de violencia, ya sea entre ellas mismas o con otras poblaciones, disminuya. Hemos trabajado estos temas también pensando en la reinserción, en que cuando salgan estas personas LGBT+ tengan un patrón de cambio, que no sea la misma persona que ingresó con ciertas características, sino que salga diferente y pueda integrarse a la sociedad con otras formas de socializar con las demás personas, con otras dinámicas de convivencia, que impidan que las personas LGBT+ reincidan.
¿Y estos programas de reinserción los hacen dentro de los centros o también continúan una vez que están fuera?
Todos estos programas los hacemos dentro. También tenemos otro que es Alma Emprendedora, a través de este, nosotras les llevamos talleres, por ejemplo, para que ellas y ellos puedan aprender algún oficio y/o actividad para que puedan generar una autonomía económica, y puedan así, mientras están en el centro penitenciario, realizar, por ejemplo, productos a base de chocolate y que puedan subsistir mediante la venta. Esto con la idea que cuando ellas/os salgan puedan elaborar estos mismos productos y puedan tener algún beneficio económico a través de ellos. Estos proyectos han sido financiados por medio del gobierno de la Ciudad de México.
Ahora, entrando en materia específica, ¿cuáles son las vulnerabilidades a las que se enfrenta la población LGBT que ustedes han notado como patrones constantes en la privación de la libertad?
Las personas privadas de la libertad LGBT enfrentan un principio, una estructura, un sistema, en donde las leyes no funcionan como deberían de funcionar. Si el artículo primero constitucional, si las convenciones como la Convención Interamericana Contra Toda Forma de Discriminación de la OEA, si estos funcionaran, pues seguramente no tendríamos casos de discriminación en los centros penitenciarios.
Si las personas que operan en los centros penitenciarios se guiaran bajo estos principios de no discriminación, bajo los principios de igualdad, bajo los principios de derechos humanos, bajo los principios del respeto a la dignidad de las personas privadas de libertad e independientemente de su identidad de género, orientación o expresión, seguramente otro escenario sería, pero eso no es así. Entonces eso es a lo primero que se enfrentan, que tenemos un sistema legal que tiene buenos propósitos, sin embargo, en la vida cotidiana de los operadores, del personal administrativo, de la guardia, de los custodios, del personal técnico, todos esos principios no se aterrizan. Tal como lo dice justamente el pronunciamiento sobre la atención hacia las personas integrantes de las poblaciones LGBTTTI en centros penitenciarios, este pronunciamiento que sacó la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el cual dice que no hay una armonización entre las leyes federales, la constitución, con los reglamentos, y que tiende justamente a reglamentar los centros penitenciarios. Diría que, en principio, este es el primer obstáculo al que se enfrentan las personas LGBT+ privadas de la libertad.
El segundo obstáculo es que estas leyes, este sistema, no llega a las partes de la vida cotidiana, porque está imbuido con otro sistema que tiene que ver con un sistema heteronormativo, ¿qué quiere decir esto? Que asumimos que todas las orientaciones sexuales, todas las identificaciones que no se ajustan a las identidades normativas, a la orientación sexual normativa, a la heterosexualidad están mal y entonces, de ahí este es otro obstáculo y problemática. ¿Qué vamos a encontrar? Que justamente los operadores, las personas van a funcionar de manera y van a trabajar con base en estos prejuicios y estigmas, con base en una cultura discriminatoria que atenta contra los derechos de las personas LGBT+ privadas de la libertad por ser lesbianas, por ser gays, por ser afeminadas, por ser trans, por expresarse diferente de acuerdo con lo que se espera de su sexo o su género.
Ese es el otro rubro que, por supuesto tiene implicaciones muy grandes. O sea, además de la vida cotidiana que tiene que ver desde un rechazo bastante sutil, por ejemplo, no te hago caso, te ignoro, hasta cuestiones bastante visibles como la negación de un servicio de salud, o la obstaculización para el acceso a la justicia dentro del sistema penitenciario. Ahí es donde se refleja este sistema heterocentrista, esta homofobia, esta transfobia, ahí es donde vemos su actuar mucho más concreto.
Este es el otro sistema al que se enfrentan y este sistema no nada más permea a las autoridades y a la estructura del sistema penitenciario, sino que también permea al resto de las personas privadas de libertad. Las personas privadas de la libertad que no son gays, lesbianas, bisexuales y trans pues también comparten seguramente estos prejuicios, estas ideas en el que ser gay, ser lesbiana, ser trans, es algo que está equivocado a lo cual se tiene que rechazar, a lo cual se tiene que violentar, de ahí, justamente surgen las burlas, los insultos, los motes, los apodos, hay muchos apodos que les ponen a las personas lesbianas, a las personas gays que están privadas de la libertad por otros compañeros que no son gays, que no son lesbianas, justamente como una medida de rechazo, de discriminación y de violencia psicológica y verbal hacia estas poblaciones.